El
modelo de cambio social es una respuesta a la crítica que se hacía a la
Psicología social en los años setenta. Señalan sus iniciadores, que este modelo
obedecía a las necesidades de las comunidades marginadas y vulneradas, en busca
de la “Justicia social”. Este modelo se desarrolla en Latinoamérica a
través de connotados científicos sociales: Silvia Lane (Brasil), Ignacio
Martín- Baró (San Salvador), Maritza Montero (Venezuela) e Irma Serrano-García
(Puerto Rico) entre otros.
En
la esencia del modelo se destaca el trabajo orientado a facilitar a la
comunidad una toma de conciencia transformadora de sus necesidades, de sus
intereses, de la capacidad que posee para transformar su medio y transformar al
individuo. Este cambio implica construir una conciencia de clase que en su
camino facilite el descubrimiento del antagonismo de intereses que se da entre los
grupos minoritarios con poder económico, político y los amplios grupos sociales
caracterizados por la marginación económica, política y ausencia de poder.
En
su esencia el cambio social implica un proceso de desideologización entorno a
las concepciones fatalistas, resignadas de falsas justificaciones que limitan
los intereses de las comunidades y de las personas.
El
modelo de cambio social plantea algunas variables en su base teórica. Una base
material constituida por los modos de producción económica y el sistema
imperante que predomina en un momento sociohistórico. Señalan que el modo de
producción económica va a determinar las relaciones sociales, los modelos
culturales, los estilos culturales y sus costumbres, la ideología propia de las
comunidades, su sistema de creencias.
En
este modelo se destaca las relaciones de dominación y sumisión que se
establecen en una sociedad legitimizadas por la ideología como vehículo
continuador de ellas, en contra de un modelo que permita transformar el status
quo imperante. Para Apfelbaum y Lubek (1976) las desigualdades se
manifiestan fundamentalmente en la toma de decisiones, las cuales están
polarizadas y son determinadas por un grupo dominante.
En
su esencia el cambio social implica transformación, un cambio en la base de la
misma de un sistema social y una comunidad. Estos procesos de cambio implican
revisar el sistema de valores imperante, el sistema normativo impuesto en todas
las relaciones, el sistema social de producción. El cambio debe concebirse
desde la misma comunidad a través de procesos de autogestión , en donde el
agente externo dinamiza, moviliza y potencializa los recursos propios de los
colectivos marginados. Estos recursos son humanos, materiales, solidarios, pero
también se deben buscar recursos de impliquen los estados emocionales y
afectivos de las personas.
Para
el modelo del cambio social la comunidad es el eje sobre el cual giran todos
los procesos de cambio. En ella el agente externo debe dinamizar procesos que
promuevan la participación y la igualdad de las personas, en donde los procesos
de comunicación se dan en diferentes direcciones, en un qué hacer comunitario
donde “el profesional trabaja desde, con y para la comunidad. (Buelga, 2009,
96).
Ahora
bien, el Psicólogo comunitario juega un papel central cuando con su trabajo
estimula, facilita e impulsa las acciones que generen la transformación
comunitaria. La tarea principal, es estimular la manifestación de las
necesidades, de los intereses, de los deseos, de los saberes, que son
importantes para la comunidad. En este proceso es importante identificar y
dar un orden de prioridades a las necesidades de grupo, para
posteriormente propiciar procesos de trabajo conjunto que permitan alcanzar un
alto nivel de desarrollo y autonomía de la comunidad. Este nivel de
intervención busca que las propias comunidades mantenga su desarrollo aún sin
la presencia de los agentes externos, en donde el centro de poder y control
recaiga en la propia comunidad.
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